Tentaciones

Tentaciones. La de un rostro bello en un cuerpo joven. La de una mirada que interpreta con sabiduría una vida dilatada sobre un cuerpo que no arrastra sus cicatrices, sino que las mueve en su caminar con elegancia. Tentaciones que son un despertar: un nuevo despertar al tú, al otro. En una voluntad de darse sin perderse, o quizá de perderse al darse. Con aquella voluntad de conservar el juicio que empieza a ser consciente de que, a veces, es preciso perderlo para darse a la vida. Quizá sea después cuando, calmados los mares, la vida cobre nuevo significado y el sentido regrese revitalizado a uno. Así que hay dejarse tentar y ofrecerse, a su vez, como tentación al otro. Tentaciones que llevan al amanecer del mestizaje en las emociones y las experiencias, al mestizaje de la carne. La transmisión de la intimidad de nuestro ser, entrega y recepción. Dar y recibir. Quién hubiera dicho que las tentaciones podían dar tales frutos.

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