Pensamientos: Encanto de Barcelona. El año nuevo.

Reflexión en torno al año nuevo y el amor hacia Barcelona.

Aquí expone el autor pensamientos que hacen balance de la señalada fecha, para tantos, de año nuevo manifestando su amor a Barcelona.

Misterioso. Así se presentaba a mi ánimo el año, cuando recién lo estrenaba, ante la pregunta de la mujer que me atendía en la churrería. Cierto que podría haberme dado por pasar olímpicamente de rituales de este tipo, que al final no tienen mayor relevancia que cambiar el calendario, hacer balance del año, celebrar una Nochevieja que, este año, ha brillado por su ausencia y, cómo no, eso sí que no lo perdono, ¡tomar un chocolate con churros el primer día del año!

A fin de cuentas, perdida la oportunidad de hacer piña con la familia en Navidad, de despedir el viejo año con un abrazo o siquiera compartiendo un café con los amigos, el año nuevo se presenta con un optimismo mayor de lo que parecía hace apenas un par de semanas, con la tercera dosis en el horizonte y el virus, aparentemente, decayendo.

Además, estoy de enhorabuena porque mi compañía literaria me habla, a través de la prosa de un gran escritor barcelonés, de esta ciudad en la que resido, ya, si nos volvemos a fijar en las anualidades del calendario, desde hace 18 años. Una mayoría de edad que ha atravesado tiempos de esplendor en esta ciudad, turbulencias políticas y también ha vivido momentos más deprimidos. Lugar de un encanto con perfume de Mediterráneo que responde, en catalán o en castellano, al nombre de Barcelona. Esa ciudad templada, de sorpresivos aguaceros y veranos de un bochorno que se te pega a la piel. Una ciudad en la que, con sus virtudes y defectos, me lleva a pensar el encanto que pido a este año 2022.

De cine: El amigo de juventud y el séptimo arte. Asuntos de celuloide.

Recuerdos en torno al cine y la amistad de juventud.

Aquí trato de mis recuerdos sobre el cine, y del vínculo que ha tenido para mí el gusto con la amistad.

A vueltas con los recuerdos, la viva memoria de la experiencia valiosa, me fueron viniendo las ganas de volver a los gustos de juventud. Aquellas películas que una vez vi y me marcaron vienen a colación en el día de hoy. La belleza de los gustos conquistados en el terreno artístico, como en tantos otros, viene asociada a la gratitud hacia amistades que un día se crearon y, quizá, en un punto del camino inesperado se truncaron. Fue el caso mi deleite en el aprendizaje, a través del amigo de juventud, de privilegiados recovecos del cine a una edad temprana.

Gocé de Coppola o de Howard Hawks, dos grandes directores de épocas muy diferentes, y, sobre todo, fui creándome un sentido del gusto que, más adelante en mi vida, me ha servido como guía para encontrar nuevas identidades en el arte. Vi, por aquellos años de juventud, la película de Robert Altman Vidas Cruzadas, que me ha vuelto a deleitar cuando la he visto de nuevo últimamente. Es también el caso, esta vez en un descubrimiento de la edad adulta que no hubiera sido tal sin aquella guía de juventud, la película Two lovers, de James Gray, que en su momento me encandiló y he revisitado. Agradecido, pues, en primer lugar a la vida que nos da momentos de contacto humano perdurables en la consolidación de la personalidad, y, en segundo lugar, al séptimo arte.

Reflexión: La conquista de la felicidad. Una vida que trascurre.

Reflexión en torno al recuerdo de la infancia feliz desde la perspectiva de la madurez.

Reflexión que vuelve el pensamiento hacia la infancia feliz, para luego regresar a la perspectiva que otorga la serenidad en la edad madura.

El pasado supuso la conquista de la felicidad. Una lejana felicidad, con la mente nublada pero felicidad al fin, entre prados y animales: en el pueblo de mi padre. También lo supusieron aquellas tardes en que veíamos, los niños en nuestras travesuras, el sol declinar hacia un crepúsculo antes del cual sabíamos que debíamos llegar de vuelta a casa. Antes del que nos desafiábamos a tirar nuestro último petardo. Eran, aquellos, los tiempos de las monedas de 25 pesetas para que el niño disfrutara en su ocio. Luego, llegó el crack, la desilusión, los cristales rotos de la identidad. Pero fueron, aquellos años de infancia, tiempos felices.

Me veo ahora, con la perspectiva que otorga la edad madura, sereno en el recuerdo que no se torna nostálgico. Y me pregunto cómo es que aún tengo energías para seguir por el sendero. El hombre que fue silencioso, que luego perdió levemente su mutismo para hablar deslavazadamente, la persona de las mil heridas que se rehízo mil veces y, hoy, vive en una serenidad consistente que, sorprendentemente, aún no ha vuelto a alcanzar la plenitud vital y de conciencia de aquellos años infantes. Viendo con valentía cómo la vida transcurre.

Microrrelato: Las sensaciones eran buenas. Encuentro entre juventud y madurez.

Breve narración sobre el enriquecimiento mutuo entre un joven y un adulto.

Microrrelato sobre la conexión entre un alma joven y una adulta, que ven, con ello, un sendero por el que salir de sus tinieblas.

Las sensaciones eran buenas. El joven confuso dialogaba con el adulto introvertido y ambos lograban, con ello, una conexión desde las tinieblas de sus almas. Eran, aquellas zonas profundas de sus seres, heridas invisibles, lugares de incomprensión y genio, que creían convertidas en insondables tormentas interiores. Cuál fue su felicidad al ver un sendero, un camino, una muleta en la que apoyarse: el uno, a través de la inocente extroversión del joven, y el otro, a través de la sabia experiencia del hombre ya maduro. La juventud apuró el que, sin saberlo, sería el cigarrillo que diera por terminado su vicio, y la madurez recobró aquella sonrisa olvidada que, en su juventud, comparaban con la del rostro del añorado padre.

Recuerdos: Larga vida al pueblo. Volver a la infancia.

Aquí echo la vista atrás a los recuerdos rurales de mi infancia.

Aquí trato de los recuerdos que me trae el pueblo donde naciera mi padre, espacio de mis juegos infantiles.

El ambiente natural de los veranos de mi infancia definió una parte importante del carácter que se iba abriendo paso en la vida de forma tan temprana. Los animales, el entorno de campesinos, la vastedad de los espacios donde uno podía jugar, abrían de par en par el corazón del niño para hacer que su ser se expandiera.

El verano rural contrastaba con nuestra vida habitual urbanita, en la ciudad de Madrid. Era el pueblo donde nació mi padre aquel lugar mágico. Un lugar del que, con la llegada de la adolescencia, me fui desvinculando para, una vez acaecida la trágica pérdida de la figura paterna, precisamente herido de manera definitiva cuando se dirigía al lugar que le vio nacer, volver en una edad ya más madura. El lugar ha inspirado algunos de mis mejores textos, como Escapada, que podéis leer en la colección Hacia la musa. Relatos del amor perseguido. Tras unos cuantos años en que parecía ir decayendo en vitalidad, con la pérdida de sus habitantes y las tradiciones agrarias, vive un nuevo florecimiento que, esperemos, se prolongue en el tiempo. Larga vida al pueblo.