Pensamientos: De los cuidados. Las vacaciones y el familiar.

Pensamientos sobre el verano y el compromiso en la enfermedad.

Reflexión en torno al verano, sus expectativas y el lazo estrecho que une a los familiares en la enfermedad.

Cuando el verano se presentaba en forma de viaje y desconexión, en tierras más frescas y montañesas, allí donde naciera el padre de uno, el veraneante se encuentra con que no habrá tal viaje, sorprendido por la fragilidad de los achaques de la edad convertidos en un susto en la salud del ser cercano, del familiar: la sombra, la senda en el camino. Ese familiar que es una fuerza inspiradora y, ahora, necesita un brazo en el que apoyarse.

Con él, con ese familiar que es raíz y es origen de uno mismo, quien se imaginaba veraneando en otras tierras y con otros ambientes, se desplaza tempranito, mañana sí, mañana también, a la playa, antes de que el privilegio del mar se convierta e multitud y agobio. Recuperan energías bajo la luz del sol e hilan conversaciones, a veces ligeras, a veces sinceras, algunas veces también la humanidad se hace inevitablemente plomiza.

Mientras ven sucederse los días con ese ritual matutino, se descubren ya a las alturas del mes de agosto en que se celebran las fiestas del barrio de Gràcia en la ciudad de Barcelona: ese momento en que el verano empieza a ceder hacia temperaturas más plácidas que un tortuoso calor diurno. Hacen balance, mientras observan el mar ante sí, del susto de la enfermedad, de su detección rápida y de la recuperación que, ya, va notándose. Se recogen y, de vuelta  a casa, se alegran de que aún quede el hálito más tranquilo del verano.

De cine: Encuentro cinéfilo. Una tarde agradable.

Recuerdos de una tarde de cine

El presente texto trata sobre la grata sensación que deja al autor una tarde de cinefilia compartida.

Con la grata expectativa de ir al cine acompañado de un grupo con el que no has tenido trato personal pero, sin embargo, compartes el interés común por cierto tipo de manifestación cultural, te acercas a los cines en versión original, donde reponen a precio económico las mejores películas del año anterior. El barrio es bastante quinqui pero vas de día y, a la vuelta, es probable que hagas el camino acompañado.

La llegada a los cines invita a recordar a través de la palabra: hay allí una mujer con quien habías coincidido en alguna ocasión a propósito de iniciativas de terceros. A la memoria vuelve, a través de la conversación, la época de la pandemia e incluso el período anterior. Todo ello ya ha pasado y nos sumimos en comentarios sobre la torrencial lluvia que, tardía, ha llegado por fin.

Con el resto del grupo llegado ya y las presentaciones hechas, nos dirigimos expectantes a la sala donde se proyectará la película: un adolescente en busca de su libertad, rebelde, imaginativo y artista; su amigo desheredado para la oportunidad de prosperar por el color de su piel, que permanecerá anclado en su origen social y sometido a la telaraña que se va tejiendo alrededor de los desheredados… Un anciano sabio que sabe aconsejar a su nieto, nada menos que el protagonista chaval imaginativo y artista, logrará que este venza los obstáculos que se interponen entre él y el camino de sus sueños. La vida fluye en la película ofreciendo, a su conclusión, una bonita sensación de cine honesto, hecho con mucho oficio y original. Para contar una historia bastante clásica al final.

Los congregados salimos del cine comentando la jugada y ponemos el colofón con una pequeña tertulia en un bar cercano. Luego, de camino a casa, la lluvia vuelve a apremiar. Prisas y la sensación de haber pasado una tarde agradable.

Reflexión: EL verano venidero. Momentos de claridad.

Texto que hace balance de la vida madura.

Reflexión en que el autor trata sobre la proximidad del verano como argumento para pensar en el curso de la vida.

La primavera entra en su apogeo, aguaceros repentinos se alternan con días templados que invitan a pensar en la calidez del verano, en el asueto de la playita en vacaciones: darse un chapuzón; ver, desde una edad que avanza hacia la senectud, las figuras lozanas de quienes amanecen a la juventud; darse cuenta de que, a una edad madura, estamos entrando en la plenitud de la vida, el momento en que eres consciente de ti, de lo que haces y el momento también en que eres capaz de orientar el rumbo de tu vida. Momentos de claridad para un verano venidero.

Reflexión: La conquista de la felicidad. Una vida que trascurre.

Reflexión en torno al recuerdo de la infancia feliz desde la perspectiva de la madurez.

Reflexión que vuelve el pensamiento hacia la infancia feliz, para luego regresar a la perspectiva que otorga la serenidad en la edad madura.

El pasado supuso la conquista de la felicidad. Una lejana felicidad, con la mente nublada pero felicidad al fin, entre prados y animales: en el pueblo de mi padre. También lo supusieron aquellas tardes en que veíamos, los niños en nuestras travesuras, el sol declinar hacia un crepúsculo antes del cual sabíamos que debíamos llegar de vuelta a casa. Antes del que nos desafiábamos a tirar nuestro último petardo. Eran, aquellos, los tiempos de las monedas de 25 pesetas para que el niño disfrutara en su ocio. Luego, llegó el crack, la desilusión, los cristales rotos de la identidad. Pero fueron, aquellos años de infancia, tiempos felices.

Me veo ahora, con la perspectiva que otorga la edad madura, sereno en el recuerdo que no se torna nostálgico. Y me pregunto cómo es que aún tengo energías para seguir por el sendero. El hombre que fue silencioso, que luego perdió levemente su mutismo para hablar deslavazadamente, la persona de las mil heridas que se rehízo mil veces y, hoy, vive en una serenidad consistente que, sorprendentemente, aún no ha vuelto a alcanzar la plenitud vital y de conciencia de aquellos años infantes. Viendo con valentía cómo la vida transcurre.