Frágil disyuntiva entre el amor y el sueño. Cálida, cercana, ella acaricia mi piel cansada en su voluntad de transmitir luz y encender una pequeña llama en mi fuego interno. La noche cerrada, el alba, aún lejana, intimida como si estuviera presente mi necesidad de reposo. Mi vello se eriza, mi cuerpo se agita, me giro hacia el amor duradero, cultivándolo, fundiéndome en un fuego vivo. Y llegará el alba.