Microrrelato: Vena sentimental. La humanidad recobrada.

Una historia sobre el amor revivido a través de la memoria.

Un microrrelato sobre el hombre de carácter duro que recupera la memoria de una vida sentimental pasada, recobrando su humanidad.

El tiempo estaba un poco gris. Sin embargo, se animó a salir a la calle, pensativo como estaba. Hombre por lo común frío, le había entrado cierta vena sentimental, absolutamente inesperada, aquella tarde de domingo que, en otras ocasiones, ya le hubiera llevado a pensar en el trabajo a la vuelta de la esquina con la llegada del lunes. Se preguntaba si, cuando la amaba por las mañanas, tanto tiempo atrás, había sido capaz de transmitirle todo su amor, si ella supo que, más allá de la masculina coraza de un carácter duro, estaba lleno de ternura por dentro gracias a ella.

Tantos años habían pasado y él no había recaído en el sentimiento romántico. Desengañado tanto tiempo, quizá porque por entonces se sintió vulnerable en su masculina frialdad, arquetipo de tiempos de antaño, hoy empezaba a notar una emoción viva en su interior. La fuerza de la memoria hizo presente la figura de aquella extraña amante a través de la ideación de la mente y, con los párpados cerrados y los ojos del corazón muy abiertos, sintió un escalofrío recorrer su interior. Ante sí escuchó el gorjeo de pájaros y creyó que eran ángeles. Abrió los ojos y vio que no eran más que un grupo de cotorras y palomas que se habían posado ante su figura. Miró al cielo y vio un claro. Le cayó una lágrima y se dio cuenta de que, ante aquellos pájaros, había recobrado su humanidad.

El trance del sueño

Uno entra en el trance del sueño, excitado por las expectativas que le ha generado un día pleno, quizá por la ilusionada reflexión que le ha provocado un repentino movimiento de maduración interior al caer en la cama. Se sumerge en lances que parece poco tienen que ver con la realidad que vive el ojo despierto, quejándose el cuerpo del calor de la noche veraniega o recogiéndose sobre sí mismo en el frío invernal. Pero, a veces, al despertar conserva uno el recuerdo de esos episodios y se siente encajado en la realidad, dotado de sentido por un sueño que ha unido las piezas del rompecabezas. Lo que no lográbamos incorporar en nuestra vigilia cotidiana ha sido digerido en el trance del sueño por la energía de un inconsciente lleno de sentido común, que ha asumido el timón dotándonos, con la directriz de la determinación de los instintos reconocidos, de rumbo.